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Análisis

Sin retenciones, el girasol puede recuperar vuelo

04 de Enero de 2016

Por Luis Arias, productor y presidente de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR)

La eliminación de las retenciones marca una nueva etapa para la cadena del girasol argentino. Recordemos que desde el año 2007 los aranceles que rigieron para el cultivo fueron del 32% para el grano y 30% para harinas y aceites. El girasol fue uno de los productos más afectados por esta política impositiva. 
Aunque la presente campaña ya está jugada, la medida no sólo mejora la rentabilidad de los productores sino también permite poner en acción a toda la cadena de valor, habida cuenta del impacto positivo que podría esperarse en la superficie sembrada de cara al futuro. Un primer análisis de ASAGIR prevé que en venideras campañas, se podría llegar a unas 2 millones de hectáreas.
El girasol es un producto clave para vastas regiones del país. La eliminación de las retenciones nos pone frente al desafío urgente de profundizar el trabajo con las demás instituciones y el Estado en la resolución de otros problemas que afectan a la cadena, como la apertura de mercados. El precio del girasol está determinado en un 85% por el valor del aceite, que a su vez refleja la orientación exportadora de buena parte de nuestra industria. Lamentablemente, por restricciones sanitarias, nuestro país no accede al mercado de la Unión Europea, de mayor poder adquisitivo, y compite con la gran oferta de Ucrania (54% del mercado), participando en licitaciones efectuadas en países con menor capacidad de pago.
En la próxima campaña, según el USDA, la cosecha mundial de girasol será un 0,8 inferior a la de 2014/15 y, por ende, las expectativas de precios son relativamente estables, aunque no debe subestimarse el incremento estacional que normalmente se produce en abril-junio, meses previos al de ingreso de la cosecha ucraniana. Para la Argentina, el Departamento de Agricultura de los EE.UU pronostica una producción nacional de 2,8 millones de toneladas. 
En nuestro país el balance de la campaña 2014/15 fue dispar. Positivo para muchos productores de girasol primicia y alto oleico, pero no demasiado favorable para aquellos que quisieron vender su cosecha a partir de principios de marzo con una caída importante de los precios, ni  para el país en su conjunto, al registrarse un área de siembra muy baja. 
La siembra de esta campaña concluyó recién a principios de diciembre y, en los últimos días, empezaron a cosecharse los primeros lotes en la provincia de Chaco. Para el Minagri, el área sembrada cayó 5,9% al pasar de 1,465 a 1,379 millones de hectáreas. En tanto, para la Bolsa de Cereales se registró una suba del 11,5%, al pasar de 1,3 a 1,45 millones de hectáreas. El 77% de la suba es atribuible a las 115 mil hectáreas de incremento en Chaco y el Centro-Norte de Santa Fe. 
Somos optimistas de cara al futuro. Al eliminarse los derechos de exportación, los precios al productor deberían subir considerablemente permitiendo la vuelta del cultivo en las rotaciones de numerosas zonas, principalmente en las más alejadas de los puertos y con condiciones agroclimáticas menos favorables. La competitividad del girasol argentino mejorará y permitirá  recuperar mercados que perdimos y abrir nuevos destinos. La industria semillera continuará con su importante rol de mejora genética para nuestro país y para el resto del mundo. Mayores ventas de insumos y aplicación de tecnología con mejores rindes obtenidos. El acopio y el transporte de granos volverán a contar con este cultivo en épocas en donde el resto de los granos aún no se cosecharon. Los recursos destinados a la investigación aumentarán y nos permitirá continuar siendo referentes mundiales en ciencia y tecnología. En síntesis, toda la cadena girasolera argentina se beneficiará al sacarse de encima esta pesada mochila que la asfixió durante los últimos años. 
Sabemos que debemos resolver, junto a las nuevas autoridades, ciertas barreras que frenan nuestro crecimiento. Hay mucho trabajo por hacer en materia de brechas productivas y tendremos que orientar nuestros esfuerzos a solucionar problemas de producción (daños de aves, insectos y enfermedades). Si bien el rinde medio nacional alcanzó los 22,2 qq/ha en la última campaña constituyendo el record de la serie histórica, hay mucho más potencial productivo por explorar a partir del adecuado uso de tecnologías. También es menester trabajar en las trabas de ingreso a los principales mercados del mundo. 
Confiamos en que la gran cadena agroindustrial argentina recuperará en la nueva etapa su capacidad productiva. Debemos poner todos nuestros esfuerzos para que todos los eslabones obtengan resultados de Ganar-Ganar, único camino para que los cambios sean sustentables y sostenibles en el tiempo. El girasol argentino está listo para demostrar que es un producto clave en el portfolio agrícola argentino.
 


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