La oportunidad del girasol argentino y el nuevo nicho de la harina con alta proteína para ganar mercados e ingresos
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Fuente: Clarín Rural

La oportunidad del girasol argentino y el nuevo nicho de la harina con alta proteína para ganar mercados e ingresos

Las dificultades de Ucrania, el mayor proveedor mundial de aceite de girasol, para procesar y comercializar la oleaginosa como consecuencia de la guerra en su territorio, sumado a la caída de los rendimientos en Europa por la sequía, favorecen a la producción y la industria local del cultivo. En este escenario Argentina podría aprovechar la oportunidad de proveer a los mercados que quedaron desabastecidos. Asimismo, la aparición de un nuevo nicho, el de la harina de girasol con alto contenido de proteína, crece en el Viejo Continente, abre más posibilidades de industrialización y exportación a la oleaginosa en el país. Así lo contó el ingeniero agrónomo Pablo Caramangiu, doctorado en mejoramiento genético vegetal y especialista en agronegocios, en diálogo con Clarín Rural. Actualmente, él reside en Rumania y trabaja para una empresa búlgara de soluciones tecnológicas para el procesamiento y almacenamiento de granos y semillas, especialmente de girasol.

 

Pero Caramangiu también conoce bien a la agricultura local ya que desde 1979 vivió en Sudamérica. En Argentina desarrolló el programa mundial de girasol de Pioneer desde Venado Tuerto y más tarde fundó la empresa semillera Sursem. En 2003 regresó a su país para continuar dedicándose a la transferencia de tecnología para la construcción de instalaciones de procesamiento de granos en distintos lugares de Europa.

El mercado de girasol está muy cambiante, nadie sabe muy bien por dónde irá, ni las causas, efectos o por dónde va a terminar”, indicó el ingeniero. En Rumania, la cosecha de girasol ya avanzó en más de un 50% y tanto los rendimientos como la calidad de la producción son bajos debido a la gran sequía que afecta a todos los países de la principal región agrícola de Europa.

“Cuando comenzó la cosecha, dos semanas atrás, los precios del girasol llegaron a casi a US$ 660 la toneladas, un valor muy alto ya que el precio histórico era de US$ 280, pero ahora bajó a US$550, una caída de US$ 100 en quince días. Y eso que seguimos con rindes mediocres, es difícil de explicar, creo que la razón pasa más por el aspecto especulativo de los grandes jugadores que ven que la demanda de aceite está en baja por más que los stocks y la extracción de aceite son moderados”, analizó Caramangiu.

 

La merma de las cosechas se extiende también a Ucrania, donde la situación es muy parecida, aunque no hay información precisa al respecto. “Tienen dificultades estructurales que están afectando el negocio y derivarán en una menor oferta de aceite para exportar: por un lado de logística para la exportación tanto por mar como por vía terrestre, y por otro lado, la industria aceitera está muy atrasada con la extracción ya que tienen temor a los bombardeos, de cualquier manera, siguen trabajando, pero no a la capacidad máxima”, indicó el especialista.

En este contexto, los grandes demandantes del mercado internacional están buscando alternativas y eso “es una muy buena oportunidad para los productores y para la industria aceitera argentinos, ya que van a poder encontrar mercados que ahora los ucranianos, los grandes proveedores de aceite de girasol, no pueden abastecer”, destacó Caramangiu. “Por más que ahora los precios han bajado, la demanda va a seguir firme, Argentina tiene que aprovechar este momento, sembrar lo más que se pueda, porque va a ser un buen negocio, aunque entiendo que actualmente hay algunas dificultades climáticas por falta de lluvias”, dijo.

La novedad

Según el ingeniero, otra gran oportunidad se abre para la industria argentina: la nueva demanda de harina de girasol con alto contenido de proteína, un nuevo nicho de mercado. “Es algo novedoso que ahora se está imponiendo y está tomando cada vez más auge en la industria de los alimentos, tanto para animales (grandes y domésticos) como para humanos”, contó Caramangiu.

 

Normalmente, el contenido de proteína de la harina de girasol se ubica entre el 28% al 35% pero en la actualidad, con nuevas tecnologías de extracción, es posible llevar ese nivel hasta 46% y 48%.

La harina de girasol con alta proteína es competitiva con la harina de soja y la puede reemplazar, además es libre de GMO (organismos genéticamente modificados) como pueden ser los granos de soja, y eso le da una ventaja”, subrayó el especialista.

De esta manera, mediante el uso de las nuevas tecnologías disponibles, la industria argentina también podría cubrir una nueva demanda con un precio que en este momento es casi tres veces más que el de la harina de girasol común y un 20% más que la harina de soja, de acuerdo a Caramangiu.

Los países que más demandan harina de girasol con alta proteína son los europeos, los que tradicionalmente compran aceite de girasol y harina de soja.

“Es una cosa novedosa que puede balancear en la pelea de la competitividad del aceite, en Argentina no se exportaba harina de girasol pero ahora podría hacerlo y ser complemento importante de la harina de soja”, indicó el ingeniero. Para obtener este subproducto se requiere una tecnología especial que, a través de la introducción de ciertos equipos, disminuye el porcentaje de cáscara en la extracción, asegurando de esa manera un mayor contenido de proteína en la harina que queda luego del proceso.

En este momento, la compañía para la que trabaja Caramangiu está implementando proyectos de incorporación de dicha tecnología en los más grandes productores de aceite de girasol de Europa, principalmente, y también en algunos países de Asia, pero aún no se encuentra en Argentina.

¿Hay boom girasolero?

Consultado sobre las proyecciones de crecimiento del área del cultivo para esta campaña en Argentina, Caramangiu, opinó: “La expectativa de un boom del girasol es justificada, no hay duda de que esto se va a dar pero tiene que ser bien aprovechado. La expansión de la superficie del cultivo en Argentina va a ser moderada porque tiene limitantes: por un lado la climática y por otro, la disponibilidad de semilla. Pero el precio, dada la situación en Europa, con la falta de granos y la lentitud de la extracción en Ucrania que no se va a revertir rápidamente, seguirá firme y seguro será una gran ventaja para Argentina en la campaña que viene, que tiene que ser aprovechada”, remarcó.

No obstante, consideró que “Argentina no tiene las políticas adecuadas para integrarse en el comercio mundial, es un partenaire muy imprevisible”. De acuerdo con Caramangiu, “la clase política no entiende que Argentina no puede vivir para adentro, para aprovechar su potencial tiene que asegurar que está saliendo al mundo, que está produciendo para venderle al mundo, porque está perdiendo oportunidades”, dijo.

En cuanto a la cadena productiva, señaló el atraso en uno de sus eslabones más fuertes: “La agricultura argentina es una de las más adelantadas del mundo en cuanto al cuidado del suelo y la utilización de la tecnología más eficiente, pero cuando el producto obtenido llega al procesamiento, allí se utiliza tecnología de treinta años atrás, y hoy están vendiendo granos cuando podrían estar vendiendo productos con valor agregado”, lamentó.


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