Piden 4 millones de toneladas

La industria defiende públicamente al girasol

“Para los productores, saber que contamos con un precio forward, no es un tema para nada menor”, dijo el presidente de ASAGIR, Ricardo Negri.

“Para los productores, saber que contamos con un precio forward, no es un tema para nada menor”, dijo el presidente de ASAGIR, Ricardo Negri, en una conferencia de prensa donde cinco representantes de la industria procesadora de girasol se dispusieron a explicar los desafíos y las oportunidades que presenta el negocio en la Argentina.

Para esta campaña, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires acaba de estimar una superficie de siembra de 1.62 millones de hectáreas que podrían representar 2.7 M de toneladas, un 40 % menos que hace tres ciclos atrás.En tanto, la industria asegura contratos forward que van de 280 a 300 dólares la tonelada -hoy, la cifra supera los 320 dólares-. El objetivo es desestimular la modalidad de entrega a fijar precio que suelen llevar adelante los productores y lograr que haya mayor previsibilidad. “Necesitamos una producción de 4 M de toneladas. A partir de allí podríamos empezar a pensar en un mejor negocio de girasol para todos”, expresó Juan Carlos Arana, de Oleaginosa Moreno.

Arana fue uno de los oradores de la reunión de la que también participaron Santiago Ramos, de Vicentín, Fernando Cozzi, de Cargill, Jorge Domínguez, de Molinos Río de La Plata, y Santiago Sánchez, de AGD.
 
Según las tendencias internacionales, harán falta 9 millones de toneladas de girasol adicionales en el mundo en 2015. La pregunta es ¿podrá el girasol argentino recuperar protagonismo?

El precio del girasol depende en un 85% del precio de su aceite. Las exportaciones de aceite de girasol argentino pasaron de 1.276.240 toneladas en 2004/05 a apenas 395.204 en 2009/10. En esta campaña, precios y clima juegan a favor de la siembra del cultivo. Si no existieran retenciones, el precio del girasol superaría los 400 dólares la tonelada. ¿Quién puede negarse a sembrar con esos precios?
 
“Hoy estamos en condiciones de moler tres veces más de lo que se está moliendo. De hecho, en la campaña ‘97/’98 se llegaron a procesar 6 M de toneladas, la capacidad instalada está”, dijo Santiago Ramos, de Vicentín. 
Para Fernando Cozzi, de Cargill, en realidad ocurrió lo contrario: “había una industria preparada para moler girasol, y ante la caída de la cosecha, lo que hicieron algunas plantas fue invertir para convertir esa capacidad ociosa que dejaba el girasol en una infraestructura apta para moler soja. Había que adaptarse a los tiempos. La soja era lo que estaba creciendo”.
 
Competencia
 
Para los girasoleros, el optimismo no se agota en esta campaña. “La demanda está y va a haber adicional”, destacó Jorge Domínguez. El punto, a su criterio, es que el mundo eligió al Mar Negro como su proveedor de aceite de girasol. “Tienen retenciones al grano y cero a los productos. La consecuencia inmediata es que, al mismo precio internacional, la cadena del girasol en Ucrania tiene entre 100 y 150 dólares más que la Argentina para repartir a lo largo de la cadena”, argumentó.
 
Para Cozzi, la otra ventaja de Ucrania es que su nivel de pesticidas en aceite es insignificante. El mercado más demandante en volumen y calidad es Europa y Ucrania es un exportador de calidad. Para las exportaciones argentinas, el nivel de residuos de pesticidas es un problema que afecta a algunos embarques y que se origina en la sobreaplicación de productos no permitidos en poscosecha. Si bien la presencia de residuos de insecticidas desaparece en el aceite refinado de consumo doméstico, puede estar presente en el grano y en el aceite crudo. Por esta razón, “algunas industrias ofrecen soluciones alternativas para mercadería con insectos vivos y no cobran la fumigación”, anunció Arana.
 
“Las industrias hemos tenido que pagar penalidades muy fuertes por la presencia de residuos de insecticidas en aceite de girasol. A partir de ahí muchos empezamos a limitar las exportaciones a Europa”, dijo Cozzi.
¿La solución? Además de respetar los límites establecidos y el uso de productos autorizados, el embolsado es una herramienta que, está comprobado, ayuda a que los insectos mueran por falta de oxígeno. El problema es que los productores que deciden embolsar girasol deben lidiar con otros aspectos como la acidez, que requiere de un monitoreo permanente.
 
Transparencia

Una de las consideraciones que se hace sobre el mercado de girasol es la poca transparencia de su mercado. Se sostiene que “las pizarras no representan el mercado y tampoco hay cotizaciones a futuro”. Este es un tema importante para muchos productores y una limitante al crecimiento del cultivo.
 
Según Arana, se trata de un tema complejo en el cual intervienen localizaciones, compradores, momentos del ciclo y costos diversos. Una de las premisas es no vender a fijar. “Las industrias queremos comprar con precio, porque es cuando podemos conocer cuál es nuestro negocio”, expresó el hombre de Oleaginosa Moreno para agregar que se necesita volumen para cristalizar el mercado.
 
En este sentido, Cozzi acotó un dato: la cosecha mundial de girasol es más chica que la cosecha argentina de soja. “Es lógico que la liquidez y la visibilidad de los precios de soja sean mucho mayores que en el girasol”.
Además, “es importante tener en cuenta que en Ucrania no hay un precio, hay varios de acuerdo a la locación de las plantas. Sin embargo, eso no fue un obstáculo para que la cosecha crezca y nos mate como lo está haciendo”, dio Cozzi.
 
A su turno, Ramos recordó que la pizarra es un precio orientativo que depende de todos los sectores.
“En la mesa estamos sentados cinco industrias y cada una tiene una forma distinta de comercialización. Por lo menos, hay dos grupos. Desde Oleaginosa Moreno, nuestro negocio está basado en el margen. Tengo que mirar cuánto vale el aceite y cuanto puedo pagar”, dijo Arana.
 
“Hoy tenemos plantas que tienen el triple de costo de funcionamiento que en soja, que trabajan a la mitad de su capacidad”, acotó Domínguez. “Lo que hay que hacer es decirle al productor: ‘mire, hoy hay un señor que le quiere pagar el aceite, asegurárselo en un contrato. Ese señor le paga tanto porque quiere que su planta muela por lo menos el 50 % de lo que puede moler’”.
 
“No conviene inventar la pólvora creando incentivos artificiales que después el productor se frustra”, agregó.
A su turno, Cozzi argumentó por qué es ilógica la idea de que las fábricas tienen márgenes de 100 dólares.
Vamos a los datos: “Por ejemplo, en Necochea hay dos fábricas chicas. No sé por qué, si los márgenes son esos, a las grandes empresas no se les ocurre ir ahí a poner una planta.  En Bahía había dos, una cerró. Las mismas fábricas que son girasoleras son sojeras, la lógica que siguieron las empresas es ir a la par del productor. ¿A quién se le ocurre matar la cosecha para después tener que salir a invertir para reconvertirse y poder moler soja?”
 



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