El economista Jorge Ingaramo, ex director de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales y actual asesor de la Asociación Argentina de Girasol, proyecta una caída de la cosecha cercana al 9% para la campaña que termina a mediados de 2009. La falta de financiamiento, los problemas climáticos y el fuerte recorte del área de maíz, trigo y girasol son las causas de la merma. Pese a que la soja cubrirá gran parte de las hectáreas perdidas por los demás cultivos, no alcanzará el volumen para repetir las 93 millones de toneladas del año pasado.
–¿Cuáles son las perspectivas para la cosecha en curso?
–Habrá una caída del área sembrada con maíz de 500.000 hectáreas y de 360.000 hectáreas de girasol. Ya hay una baja de 1,1 millón de hectáreas de trigo, lo que en conjunto suma casi 2 millones de hectáreas menos para estos cultivos, mientras que la intención de siembra de soja está en 1,3 millón de hectáreas arriba. Con esto, la cosecha se va a recortar 8,5%.
–¿Eso significa también menores ingresos fiscales?
–Es cierto que va a haber una caída en las exportaciones totales. Sin embargo, el mayor impacto en la recaudación estará en la baja del precio de los commodities desde julio a esta parte. Estos valores pueden mantenerse cercanos a un precio FOB (mercadería puesta en puerto, descontando retenciones) de u$s 340 por tonelada para la soja. Pero también podrían caer hasta alcanzar los u$s 270 de mayo de 2007, precio previo a la burbuja especulativa que arrancó en julio de ese año. Calculando una soja de u$s 340 (algo menor al valor actual), la recaudación total por derechos de exportación de granos y subproductos caería hasta u$s 4.000 millones.
–¿Y cómo queda la economía del productor con esta baja?
–Hoy el principal problema está en cómo financiar la siembra de este año. La mitad del maíz está sembrado y todavía no arrancó la implantación de la soja. Según las estimaciones que hay hasta la fecha, el productor necesita u$s 4.850 millones para costear todos los gastos de siembra de aquí al final de la campaña. Pero con los precios actuales, no quieren vender la gran cantidad de granos que están ensilados, y la falta de herramientas de financiamiento puede desalentar aún más a los agricultores, que podrían recortar más el área de siembra.
–¿La falta de crédito es resultado de la crisis mundial, o hay aspectos particulares que tienen que ver con el conflicto de este año?
–La crisis internacional afecta el financiamiento, pero en particular, complica al sector la falta de un precio forward para los granos, que es la herramienta básica para el canje de granos por insumos. No hay mercado forward porque los plazos de embarque contemplados en el sistema de registros de exportación de granos (llamado ROE Verde por la Oncca, que los instrumentó y los entrega) son muy cortos. Además, pesan los cierres de los registros de exportación de trigo y maíz como factor de incertidumbre.
–¿Cuál es la salida para evitar la desinversión del sector?
–El Gobierno debería bajar las retenciones 10 puntos para la soja y el maíz, y eso ya generaría un gran impacto. Así, las retenciones de la soja quedarían en 25% y esto elevaría más de u$s 20 la cotización por tonelada. En el caso del maíz, los derechos de exportación quedarían en 15% y esto generaría un ingreso adicional de u$s 10 por tonelada, Estos precios tentarían a los productores a vender parte de lo que tienen acopiado para financiarse la nueva campaña.
–¿Y qué pasa con los productores de trigo, que están cosechando?
–Si las retenciones pasaran del 28% actual al 15%, se agregarían u$s 11 por tonelada. Aunque la campaña ya está jugada, ese productor también podría vender algo para financiarse.
–Pero este cambio no parece estar en la agenda del Gobierno...
–Lamentablemente no. El Gobierno no se dio cuenta de que, en realidad, el campo es su principal aliado.
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