En una sala paralela, el Congreso Argentino de Girasol reunió al eslabón de la ciencia y la tecnología del cultivo. Allí, investigadores de organismos públicos y de empresas privadas, debatieron durante todo el día los principales temas de la agenda del cultivo en los laboratorios y el lote.
Temprano, Martín Villa Alub, de FAUBA y Conicet, se metió de lleno con la resistencia de malezas a ciertos herbicidas. El especialista repasó los mecanismos por los cuales las malezas son resistentes y las medidas de manejo para disminuir el impacto en la productividad. La conclusión: actuar antes de que se expandan.
Nicolás Langlade, llegó desde Francia en representación de INRA – French National Institute for Agricultural Research. El genetista presentó su plan de mejoramiento para tolerancia de estreses abióticos, una línea de trabajo que viene desarrollando en forma interdisciplinaria y que tiene especial foco en el estrés hídrico.
La dormición de las semillas fue otro de los temas abordados por los científicos en el congreso de ASAGIR. El impacto del almacenaje en las semillas fue el eje del análisis.
Los avances en biotecnología sobre Marchitez por Verticillum fueron detallados por Juan Montecchia, de CONICET e INTA. Están identificando partes del genoma vinculadas con la resistencia a esa enfermedad para ser aplicados al mejoramiento genético.
Más tarde, Susana Nolasco, de TECSE, presentó los avances en el uso de los componentes de girasol, algo que impacta fuertemente en todos los eslabones de la cadena. El foco está en el aprovechamiento de compuestos del grano (llamados bioactivos) que están junto con el aceite y la cáscara y se podrían aprovechar porque tienen beneficios para la salud (son antialérgicos, antioxidades, tienen vitamina E, son hipocolesterolémicos, etc). Se trata de Tocoferoles, fitoesteroles y compuestos fenólicos.
El objetivo es conocer desde la fisiología del cultivo qué determina la presencia de estos bioactivos en el grano y cómo se pueden aprovechar de mejor manera en la industria. Hoy la cáscara se usa como combustible en las industrias. Pero en la cáscara se alojan compuestos fenólicos. Los tocoferoles y fitoesteroles se encuentran en el aceite. “La ventaja es que conocemos la relación entre estos dos bioactivos y la cantidad de aceite del grano. Y esto se puede usar para mejoramiento, para manejo del cultivo y es un dato clave para las industrias”, explicó la especialista de Olavarría. En el caso del aceite y estos bioactivos, la relación es inversa. A mayor nivel de aceite, menor concentración de fitoesteroles y tocoferoles. Con este dato, la industria puede seleccionar partidas con bajo nivel de aceite y reaprovecharlas para extraer estos compuestos para luego introducirlos en otros alimentos. Estos compuestos son cada vez más atractivos para los consumidores por los beneficios que tienen para la salud.
Todos estos temas se sumaron a los más de 50 posters de investigación que durante todo el día se exhibieron en el Congreso. Allí, los especialistas esbozaron los avances en diferentes áreas disciplinarias como biotecnología y enfermedades, manejo de cultivos, modelos de simulación, usos industriales, etc.
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