Pese a las inundaciones y a la sequía que afectaron algunas de las regiones girasoleras, el cultivo cierra un ciclo positivo a nivel país. Se espera un 32% más de producción que en 2015/16.
Pese a las inundaciones y a la sequía que afectaron algunas de las regiones girasoleras, el cultivo cierra un ciclo positivo a nivel país. Se espera un 32% más de producción que en 2015/16.
La presente es la primera campaña girasolera que se cosecha post retenciones. Y el impacto está a la vista. La superficie sembrada en el último ciclo, Según la Bolsa de Cereales, creció casi un 40%, pasó de 1.25 a 1.7 millones de hectáreas. Acompañando el incremento del área, y pese a los fenómenos climáticos que afectaron una vasta zona del cultivo, la producción alcanzaría las 3.3 millones de toneladas, un 32% más que el año anterior. “En esta campaña, el rinde promedio estaría alrededor de los 20 quintales por hectárea, mientras que en la 2015/16 fue de 21”, especifica Luis Arias, presidente de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR).
“La mejora en la rentabilidad del girasol impulsó la inversión en mejores paquetes tecnológicos. Los productores saben que es un cultivo que responde, más aún si se lo ubica en buenos suelos. Un ejemplo claro es lo que ocurre en los suelos profundos del sudeste bonaerense”, relata Arias.
A nivel macro, la Argentina, que en el pasado supo ser el primer exportador mundial de aceite de girasol, vuelve a ilusionarse con la posibilidad de recuperar mercados en el mediano plazo. “Para lograrlo tenemos que superar dos grandes desafíos –dice Luis Arias-: por un lado, crecer en producción y por otro vencer los condicionantes que presenta el mercado de la Unión Europea para el aceite de girasol argentino”. Recordemos que se trata de una restricción sanitaria que obliga a utilizar buenas prácticas en la aplicación de insecticidas en post cosecha.
Todo esto sin perder de vista la fuerte competencia que representa la producción de Ucrania. “Ese país mejoró sus niveles productivos, está cerca de los principales compradores de aceite de girasol y compite con la Argentina por el costo de flete”, explica el titular de ASAGIR para concluir: “el crecimiento de la demanda mundial de aceite de girasol, principalmente en países como China, Egipto, India y el sudeste asiático, ya sea por crecimiento vegetativo de la población o mejoras en la alimentación, exigirán un incremento en la escala productiva. Es una oportunidad que nuestro país no puede desaprovechar”.
Pero en el aquí y ahora, la Asociación se enfrenta a un desafío nuevo: transmitirles a los productores la necesidad de no mezclar tipos de girasol al momento de la entrega. “El girasol linoleico (convencional) y el alto oleico tienen distintos mercados que responden a usos industriales diferentes. Es importante que los productores indiquen en la carta de porte qué tipo de girasol están entregando. Exportar aceite de girasol mezclado perjudica la inserción de Argentina como exportador de aceite de girasol al mundo”, explica el presidente de ASAGIR.
Qué pasó en el país
Al analizar lo ocurrido en las principales zonas productivas de girasol durante esta campaña, Luis Arias destaca que “La Pampa y el oeste bonaerense fue la región que mayor rendimiento promedio tuvo este año con 24 quintales por hectárea aproximadamente. Hubo una cantidad de agua inicial muy buena, buen desarrollo del cultivo y bastante sol en la floración”.
No obstante, según datos de la Bolsa de Cereales, en el oeste bonaerense, norte de La Pampa, San Luis y sur de Córdoba las inundaciones afectaron 8.000 de las 185.000 hectáreas que abarca ese área, lo que representa una pérdida cercana al 4%.
Por su parte, en el norte del país (Formosa, Chaco, Santiago del Estero y centro-norte de Santa Fe), donde se sembraron 550.000 hectáreas y se perdieron unas 45.000, el rinde estuvo entre 18 y 19 quintales por hectárea promedio. “En esta zona, con rindes variables, los resultados fueron buenos pero un poco inferiores al año anterior. En algunos lotes hubo 14 quintales promedio por hectárea mientras que en otros se alcanzaron los 25. Esas variaciones se deben a factores como las diferencias ambientales, la fecha de siembra y la tecnología aplicada”, indica el titular de ASAGIR.
Según Arias, en el Norte los productores siempre esperan una lluvia para tener humedad a la siembra. “Hay algunos que siembran temprano, a fin de julio- principios de agosto, mientras que otros la postergan para septiembre. La ventaja de sembrar antes es obtener un mejor cultivo de segunda. Hay productores que sobre un girasol están logrando muy buenos maíces de segunda. La siembra temprana de girasol posibilita el doble cultivo, especialmente en campañas donde el clima acompaña”, asevera.
En el centro bonaerense y la Cuenca del Salado la variable fue aportada por el exceso de lluvias. “Hubo excesos hídricos, aunque no tan importantes como en Chaco y norte de La Pampa, que provocaron caídas en el rendimiento. Puntualmente, en la zona de Bolívar y Daireaux, hubo excesos de agua que complicaron la cosecha”, explicita Arias.
En contrapartida con las dificultades hídricas, en el sudeste bonaerense algunos lugares sufrieron sequía. “En esta zona los rindes fueron dispares. En suelos profundos y buen barbecho, los rindes superaron los 25 quintales por hectárea. Pero en perfiles someros, con tosca cercana a la superficie, los rendimientos fueron de 15 quintales”, dice el productor miembro de ASAGIR. En tanto, en el sudoeste bonaerense esta campaña los rindes promediaron los 20 quintales por hectárea.