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Si le buscan la vuelta, el girasol responde
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Resultados de la cosecha 2015 en el sudoeste bonaerense

Si le buscan la vuelta, el girasol responde

31 de Mayo de 2015

Las lluvias tuvieron un doble efecto en la última campaña girasolera del sudoeste bonaerense: empujaron los rindes y volvieron a

 Las lluvias tuvieron un doble efecto en la última campaña girasolera del sudoeste bonaerense: empujaron los rindes y volvieron a demostrar que el cultivo responde al manejo ofreciendo elevadas respuestas productivas. Según Eugenio Ducos, de Coronel Suárez, hay tecnología disponible que permite atenuar los efectos de los suelos con limitaciones. 

 
El girasol sigue dando respuestas en las distintas zonas agrícolas argentinas. En el caso del sudoeste bonaerense la participación del cultivo en las rotaciones es clave. La última campaña estuvo caracterizada por altos rendimientos, que si bien respondieron a las muy buenas condiciones de humedad que recibieron los campos de la región, volvió a quedar demostrado que con un adecuado manejo la oleaginosa sigue ofreciendo respuestas. 
Eugenio Ducos, del criadero El Cencerro de Coronel Suárez, explicó que el ciclo 2014/15 “en términos productivos fue de las mejores campañas de girasol de la zona, con rendimientos medios que rondaron los 2.000 kilos por hectárea, frente a los 1.800 que promediaron los últimos años”. Estos resultados toman mayor relevancia cuando se comparan con los magros resultados productivos obtenidos en la cosecha anterior, que dejaron un promedio de entre 1.600 a 1700 kilos por hectárea.
Para Ducos el dato se vuelve aún más destacado cuando se analizan los picos productivos, que en la cosecha reciente llegaron a los 4.000 kilos por hectárea, con muchos lotes que estuvieron entre 2.500 y 3.500 kilos. “Esas diferencias de rendimientos responden en buena medida a la marcada variabilidad de suelos de la región –indicó el asesor-, en la que tenemos suelos profundos con muy buena aptitud para el cultivo de girasol y otros con limitaciones provocadas por la presencia de tosca entre 50 y 60 centímetros de profundidad”.
Es que los niveles de disponibilidad hídricos de los cultivos no dependen sólo de las lluvias ocurridas durante su ciclo de desarrollo, sino de las decisiones de manejo y la elección del lote. En esta región el manejo de los lotes está en gran medida supeditado a la presencia o no de tosca en el perfil del suelo. Lo que resulta alentador para el cultivo de esta oleaginosa es que adoptando las medidas adecuadas existen posibilidades productivas para las distintas situaciones edáficas. 
Según Ducos, en el caso de El Cencerro, empresa de la que es socio y director técnico, las 800 hectáreas sembradas con girasol con destino a industria en la última campaña tuvieron un rendimiento promedio de 2.440 kilos por hectárea. 
 
Cuál es el manejo
El especialista enfatizó que, en gran medida, la gran diversidad de rendimientos responde al manejo que recibe el cultivo. Al respecto destacó la importancia del barbecho para acumular agua en el perfil del suelo y dijo que “la siembra directa es una gran aliada del girasol en nuestra zona porque al mantener al suelo cubierto se puede tener humedad suficiente desde mediados de octubre hasta fines de noviembre y esto nos permite decidir el momento de la siembra”.
Ducos explicó que en los suelos profundos, los productores del sudoeste bonaerense tienen más libertad para decidir en qué momento sembrar, ya que será menor el impacto de la sequía estival y de las altas temperaturas de febrero. “Pero cuando se trata de suelos no tan profundos hay que trabajarlos en directa, con cobertura, para poder tomar la decisión de sembrar en la segunda quincena de noviembre y que la floración ocurra a fines de enero o principios de febrero. De esta forma logramos elevar y estabilizar los rendimientos”. El mensaje que destaca Ducos es que hay tecnología disponible que permite atenuar los efectos de los suelos con limitaciones. 
Las bases del manejo de los lotes de El Cencerro destinados a girasol están centradas en la elección de los suelos según su aptitud, la siembra directa con cobertura, la fertilización a la siembra con 50 kilos por hectárea de fosfato diamónico, el uso de híbridos con tecnología Clearfield, el tratamiento preventivo con insecticidas curasemillas y el control de insectos durante el desarrollo del cultivo como el caso de la isoca defoliadora. “En la última campaña sumamos el control de la chinche diminuta, que apareció por primera vez en la región, pero si realizamos buenos controles no tenemos graves problemas de plagas”. 
Respecto de la rotación de cultivos, Ducos explicó que “tradicionalmente sembrábamos año por medio trigo, intercalando con girasol o con soja según el suelo, hoy los problemas del trigo han desvirtuado la rotación y por cuestiones económicas se están tomando decisiones de último momento que a veces van en contra de la racionalidad agronómica”.
 


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