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Se lanzó la nueva campaña girasolera en Charata
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Jornada de actualización técnica

Se lanzó la nueva campaña girasolera en Charata

11 de Julio de 2012

Con muy buenas perspectivas de precios y concretas recomendaciones para la región del NEA, la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR) dejó formalmente inaugurado el nuevo ciclo productivo,

 Con muy buenas perspectivas de precios y concretas recomendaciones para la región del NEA, la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR) dejó formalmente inaugurado el nuevo ciclo productivo, en una Jornada de Actualización técnica realizada el pasado 5 de julio en Charata, Chaco. Sólo considerando al NEA, el negocio representará 408 millones de dólares.

 
Según la última estimación de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en el presente período se sembrarían unas 350 mil hectáreas de girasol en el Chaco, contra las 238 mil del período anterior, “aunque nuestra estimación es que podrían superarse las 450 mil hectáreas”, aseguró el Coordinador del Convenio INTA-ASAGIR, Carlos Feoli, durante la jornada de actualización técnica realizada la semana pasada en Charata, Chaco. 
Los números de la campaña 2011/2012 reflejan una superficie cultivada a nivel nacional de 1,85 millones de hectáreas, en comparación con las 2,61 millones implantadas en el récord del período, en 2007/2008. Sin embargo, “hoy estamos ante una importante recuperación del cultivo”, dijo el presidente de ASAGIR, Ricardo Negri.
Es que el girasol, presente en 9 provincias de la Argentina, se prepara para un buen año con perspectivas de precios y rentabilidad para el productor. Cada tonelada de girasol representa un movimiento económico de 575 dólares, incluido el mercado interno de aceite y subproductos y todos los costos e impuestos que genera. En consecuencia, el movimiento país es de 2300 millones de dólares. Un 30 % de esa cifra corresponde al NEA -690 millones de dólares-, por su producción de 1,2 millones de toneladas. La estimación del USDA para esta campaña en el país es de 4 millones de toneladas de girasol.
En este sentido, Feoli precisó que tan sólo en el NEA, el cultivo representará un negocio de 408 millones de dólares, a partir de una estimación de siembra de 370 mil hectáreas en Chaco, 180 mil en Santa Fe, y 50 mil en Santiago del Estero.
Si se tienen en cuenta esas 600 mil hectáreas, con un rendimiento promedio de 2 toneladas por hectárea y considerando los 315 dólares por tonelada pagados en Rosario, más el 8% de bonificación por porcentaje de aceite, los números se presentan alentadores para los productores locales.
Dentro del lote, hacer una hectárea de girasol costará unos 210,2 dólares por tonelada, “pero si le agregamos el componente fertilización, a razón de 60 kilos por hectárea de fosfato diamónico, estos costos se incrementarían en unos 50 dólares”, precisó el asesor económico de ASAGIR, Jorge Ingaramo.
Considerando otros costos como el alquiler, los gastos de estructura, el flete y la comercialización, el cultivo presenta igualmente un presente atractivo en cuanto a su rentabilidad.
Así, Ingaramo detalló que el margen neto en campo propio sin fertilización llegaría a casi 207 dólares por hectárea, elevándose a 255 dólares a partir de la incorporación de fosfato diamónico. En campo alquilado, el margen neto ascendería a casi 72 dólares sin fertilización y 120 dólares con fertilización.
Fertilizar es la tarea
La escasa o nula fertilización del girasol en el NEA se presenta como un desafío para la cadena, teniendo en cuenta la reacción del cultivo a la aplicación de nitrógeno. 
En este sentido, Luciano Mieres, técnico del INTA Reconquista, reconoció que en la región “por lo general no se fertiliza, pero la recomendación para los productores es que se acerque a un asesor y observe los resultados posibles. Aplicar nitrógeno en v8 es una forma de comenzar. Ahí hay condiciones para encontrar respuestas a la aplicación”, reiteró.
Para el especialista es importante hacer un diagnóstico de pre-siembra y comparar lo que pasa año a año, sobre todo en zonas donde no se fertiliza habitualmente.
“La adopción de la fertilización es baja, quienes fertilizan usan una bolsa por hectárea de fosfato diamónico y un máximo 60 kilos de urea/ha. Si hacen fertilización nitrogenada es en forma líquida. Pero todo esto se da en los productores de punta exclusivamente”, aclaró Mieres.
Por su parte, Octavio Ingaramo, director del INTA Las Breñas, especificó que en la región uno de los mayores problemas vienen de la mano del clima: “tenemos una probabilidad del 25% de tener un año malo a muy malo y el desafío está ahí, en cómo nos adaptamos a la variabilidad tan alta porque el clima no lo podemos cambiar”.
“El año pasado he visto lotes de 3.800 y hasta 4.000 kilos por hectárea, pero este año venimos de una siembra estival muy complicada”, reconoció.
Plaga voladora
La problemática de los ataques de paloma y cotorras tuvieron un espacio aparte en la jornada realizada en Charata.
Jorge Ingaramo fue el encargado de ponerle números a los dañinos picotazos, después de reconocer que “no va a aparecer tan fácilmente un seguro específico para el tema de paloma, aunque quizás se pueda incluir al riesgo de ave como un adicional al componente de granizo, con un ajuste en la prima”.
Según el asesor económico de ASAGIR, sobre una estimación de 600 mil hectáreas sembradas con girasol en las 6 provincias donde el riesgo es más grande, las pérdidas por la plaga oscilarían entre un 10 y un 12% de rendimiento, “es decir el 30% de la superficie implantada a nivel país”.
Si a esto se suman las 200 mil hectáreas que se dejaron de sembrar con girasol en provincias como Córdoba y Entre Ríos, “lo que deja de ingresar a precio neto para el productor girasolero son unos 165 millones de dólares, elevándose a 280 millones si se considera el impacto a nivel país, incluyendo agregado de valor, impuestos, etcétera”.
Por el momento, no existen grandes recetas para revertir esta plaga, que en el NEA ya está afectando también los cultivos de soja en emergencia, además del sorgo y el girasol. 
“La paloma ya es un problema general que afecta a todos los cultivos, porque si le sacamos el girasol, se comerá la soja y si sacamos a la paloma, vendrán loros y cotorras a comer espigas de maíz. El problema es con las aves y con todos los cultivos”, reconoció Sebastián Zuil, de la EEA Reconquista del INTA.
En su charla titulada “Alternativas agronómicas para reducir el daño por aves”, el especialista reconoció que el ángulo de inclinación del capítulo de algunos híbridos reduce el daño. “También probamos que los híbridos púrpura son menos preferidos que los negros, al igual que los capítulos convexos resultarían menos dañados, según la experiencia internacional”.
Otra alternativa es el secado anticipado, “a partir del 25 o 28% de humedad. Una forma de darnos cuenta es cuando el grano del capítulo se afloja; ese es el momento en el que está a 28% de humedad y se puede secar, sin perder productividad”, recomendó el especialista.
Otras medidas de mitigación recomendadas por Zuil fue “lograr un cultivo homogéneo, evitar las siembras extremas o fuera de época; utilizar repelentes auditivos o químicos durante el período crítico, atraer palomas a otros sitios: como cebaderos no tóxicos y lotes con rastrojo; y sobre todo monitorear frecuentemente los lotes, para anticiparse a la presencia de aves y/o daño”.
Alto oleico en punta
Diego Lerini, trader de Molinos Río de la Plata, cerró la Jornada de Actualización con un panorama para el cultivo a nivel internacional.
“Cuando uno analiza el mercado mundial de aceites hay dos cosas interesantes: los nuevos consumidores que ingresaron al mercado, como son India y China; y el nuevo uso industrial para biocombustibles, del que si bien el girasol no participa se ve traccionado por esta demanda”, explicó.
Traspolando la coyuntura a las luces de un semáforo, Lerini dijo que el rojo lo representan Rusia y Ucrania, que pasaron de producir 7 millones de toneladas a las actuales 20 millones.
El amarillo lo representa la potencial crisis económica en Europa, en tanto el verde estaría dado por el alto precio del aceite de soja. “Los indios y los chinos empiezan a comprar más aceite de girasol. De hecho, India ya importó más aceite de girasol que de soja, lo que es una excelentísima noticia para el cultivo. Son 1200 millones de personas”.
Para  la región del NEA, Lerini recomendó considerar la producción de alto oleico, “que tiene una muy buena oportunidad comercial, bonificación por materia grasa y mayor rentabilidad por hectárea. Para el Chaco en particular entra en un lugar ideal por el flujo de caja. Da una rentabilidad tentadora”, concluyó.
 
 
 
Cinco innovaciones para girasol
César Nieto, del área de desarrollo de BASF, se refirió a la tecnología Clearfield para girasol, con recomendación de aplicación en post emergencia temprana para controlar malezas, “proveyendo además acción preemergente y mejorando la calidad de la cosecha, por menor cantidad de residuos. Se aplica en V2 a V6, en forma terrestre”.
El ingeniero recordó que la tecnología imposibilita la siembra posterior de sorgo y “tampoco debería aplicarse en cultivos sometidos a estrés térmico o hídrico”.
En tanto, Rolando Di Marco, de DuPont, explicó los beneficios del uso de Coragen, un insecticida para el control de orugas defoliadoras en girasol, formulado acorde con los nuevos estándares de aplicación de los insecticidas. 
“Son productos de banda verde y amigable con el medio ambiente. La dosis comercial tiene un rango de 30 a 50 centímetros cúbicos, porque es un producto muy poderoso, pero de muy baja toxicidad”, explicó.
Guillermo Alonso, del servicio técnico de Nidera, reconoció que “es difícil lograr un material que funcione bien para la región, con tantas diferencias de clima interanual”.
Por ello, el especialista explicó que se está trabajando sobre densidad y distanciamiento de plantas, en una proyección óptima para el NEA. “En año seco, la densidad ideal sería de 35 a 38 mil plantas, con un distanciamiento de 1.04 metro. En año húmedo podemos aprovechar a plantar con una densidad de 45 a 50 mil plantas, con distanciamiento de 0,52 metro”.
Para la región, Alonso destacó que se usan en un 90% híbridos convencionales, “pero tenemos que lograr híbridos alto oleico y CL, con mejor adaptación para esta región geográfica”.
En este sentido, destacó el Paraíso 100 C plus, con muy buen nivel de materia grasa y comportamiento a enfermedades. También el Paraíso 75, de ciclo completo. “En un año que presenta buena humedad sería recomendable trabajar con materiales de ciclo más corto para ganar con la soja de tercera (nos desocupa el lote 35 a 40 días antes), sembrándola antes de fines de febrero”.
Roxana Oggero, de Dow, se refirió a la tecnología Low Sat, con bajo contenido de Ácidos Grasos Saturados.
“Es el primer aceite vegetal que reúne los requerimientos de la FDA para reclamar la denominación de “cero contenido de grasas saturadas”, remarcó la especialista.
Finalmente Carlos Sosa, de Pannar, destacó los caracteres ofensivos de los híbridos de la empresa de origen sudafricana, como rendimiento, materia grasa, estabilidad y plasticidad de siembra; y los caracteres defensivos de la genética: vigor inicial, tolerancia a la sequía y altas temperaturas, sanidad general y resistencia a roya negra; autocompatibilidad, buen anclaje, secado parejo y buen vuelco de capítulo.
Entre los híbridos de la compañía destacó para la región el nuevo Pan 7076, caracterizado por ser de ciclo un poco más largo (para explorar la productividad) y tolerancia a vuelco; el Pan 7031, principal aporte de rinde y bonificación por materia grasa; y el Pan 7034, que aporta rusticidad.


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