“El mundo necesita unas 600 mil hectáreas de girasol más por año para satisfacer una demanda mundial de aceite de girasol que crece al 4,4% anual acumulativo. El gran proveedor, que es Ucrania, ya no tiene superficie para incrementar la oferta. El único país con cultura girasolera, capacidad exportadora e industria instalada para exportar es la Argentina. Por eso, tenemos que apuntar a producir al menos la mitad de esa cifra”, apuntó el asesor económico de ASAGIR, Jorge Ingaramo, durante la antesala del primer remate de girasol.
El director Ejecutivo de ASAGIR, Carlos Feoli, detalló los desafíos que debe enfrentar Argentina para ganar competitividad en el comercio internacional. Uno de los temas clave es la presencia de residuos de fitosanitarios en granos y aceites. “Estamos trabajando desde hace varios años con la Dirección de Calidad del Senasa, con la que acordamos que es primordial poner en claro cuál es la normativa que exige el Codex, que Europa y otros numerosos países toman de referencia. Tanto en el transporte como en el acopio debe evitarse el uso de insecticidas no permitidos. Por ejemplo, la fosfina es una opción válida para controlar los insectos y mantener limpios todas aquellas instalaciones donde se almacenan granos”.
“Hoy conviven diferentes perfiles como alto oleico, linoleico y medio oleico. En este contexto, se requiere una oferta diferenciada para cada uno de estos perfiles acídicos. Por eso hemos acordado con el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y la Comisión Nacional de Semillas (CONASE) que a partir de este año la bolsa de semillas que venden los semilleros debe contener un rótulo que indica el perfil acídico de ese híbrido para que el productor sepa qué girasol está sembrando y pueda comercializarlo de acuerdo a las necesidades de la industria”, especificó el director Ejecutivo de ASAGIR, Carlos Feoli.
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