Los Paquetes Anti-crisis sólo consiguen subas de tasas y revaluación del Dólar. En este marco, caen los precios de los commodities, incluso de aquellos que habían mejorado, como el aceite de girasol. Esperando rindes aceptables en Buenos Aires y La Pampa, se estima que la cosecha superará apenas los 2,8 millones de toneladas, un 37% menos que la campaña pasada. El Complejo continúa siendo omitido a la hora de las discusiones de política agraria.
• Informe del Lic. Jorge Ingaramo, economista asesor de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR).
En apenas dos semanas, se produjeron cambios significativos en las variables que afectan el desempeño del complejo girasol en la Argentina.
En primer lugar, se difundió, por todo el mundo, la noticia de que oportunas lluvias en nuestro país (alrededor del 11 de febrero) recuperaron los cultivos que no habían sido definitivamente afectados por la seca y que, entre otros, habría para soja, resultados mejores a los de pronósticos más pesimistas. Es decir que se podría superar la temible cifra de 40 millones de toneladas.
Mientras esto ocurría, el 9 de febrero, la paridad Dólar-Euro superaba el valor de 1,30, para apenas diez días después alcanzar 1,26 y al cierre de hoy, 1,276. Estas oscilaciones cambiarias no sólo tienen que ver con el clima recesivo y las políticas de tasa de interés de los Bancos Centrales de las principales potencias, sino también con las dificultades experimentadas por la administración Obama, en los últimos quince días.
El paquete de ayuda aprobado por ambas Cámaras, no tiene la aceptación de Wall Street y continúa la política de reproches al manejo de ejecutivos y banqueros, por parte del gobierno demócrata.
El auxilio financiero, presentado por el Secretario del Tesoro, sigue lleno de imprecisiones y crece la sensación acerca de la eventual dilapidación de recursos sin conseguir los resultados esperados (crear y/o evitar la desaparición de 3,5 millones de empleos). El pasado viernes se registró la peor cotización accionaria en doce años, con niveles incluso inferiores a los peores de noviembre pasado. La reacción no se hizo esperar y el Presidente Obama anunció que enviará un presupuesto con recortes sustantivos de gastos (entre ellos, en el discurso a ambas Cámaras legislativas, prometió reducciones en subsidios a granjeros) y un déficit presupuestario que bajaría a la mitad.
Entretanto, la tasa a diez años de los Bonos del Tesoro se mantiene firme y continúa el atractivo por atesorar dichos papeles. Incluso el oro, que había bajado a algo más de U$S 800 la onza, volvió a rondar los U$S 1000, fruto de la desconfianza generada en inversores por las imprecisiones y vaguedades de los paquetes anunciados, sumadas a la sensación de un desborde presupuestario inevitable.
Está claro que, mientras los mercados encuentren refugio en el dólar se encarecerá, para europeos y asiáticos, el valor de las commodities. Por esta razón, combinada con las dificultades recesivas y una eventual mayor oferta de oleaginosas en el Hemisferio Sur, las caídas de precios en los últimos días han sido notables.
El aceite de girasol cayó U$S/tn 80 en Rótterdam, cotizando a U$S/tn 770 (febrero) y a U$S/tn 795 para julio-septiembre. Se agrandó la prima, al 8,9%, con respecto al aceite de soja en la misma plaza; mientras bajaba a 4,2 % en relación al de canola. Si bien el precio actual todavía es superior, en casi un 10%, al promedio del decenio, previo a la burbuja y ajustado por inflación, está apenas un 1% por encima del de diciembre pasado.
Cualquier comparación interanual, respecto de los valores inéditos de febrero de 2008, tiene para nuestros mercados, resultados deprimentes. Así por ejemplo, las variaciones en el FOB local van desde mermas del 31 % (maíz) hasta el 59% (aceite de girasol). El único rubro que se salva, relativamente, es la proteína de soja, cuya demanda se mantiene activa en el invierno del Hemisferio Norte, al carecer de sustitutos abundantes. Esto se refleja en una caída de “apenas” el 17% interanual.
El mercado local
Impactados por las variables a nivel global, también se deprimieron los mercados disponible y futuro: el maíz cayó U$S/tn 6 en ambos mercados; la merma en soja disponible fue de U$S/tn 58 en trece días (21% de baja) y el girasol disponible, que alcanzó los U$S/tn 198, cerró hoy a U$S/tn 189, mientras bajaba U$S 16 la cotización marzo, hasta los U$S /tn 193.
Con producción esperada inferior a lo previsto en las primeras estimaciones, el disponible cotiza $/tn 660 en Rosario y $/t 620-630 en la Provincia de Buenos Aires".
Según la Bolsa de Cereales, al 20 de febrero se había cosechado el 16,2% de la superficie apta, con rindes promedio de apenas 10 qq/ha (8 en el NEA, 11 en el Centro y Norte de Santa Fe, regiones con más del 90% recolectado). Una muestra de rindes, en todo el país, obtenidos en la tercera semana de febrero, revela una dispersión que hace difícil cualquier pronóstico de cosecha total. Diferencias intrazonales entre 7 y 27 qq/ha para Ceres y Sunchales, respectivamente o entre 12 y 25 qq/ha entre Catriló e Intendente Alvear, revelan que el impacto de la sequía ha sido, si bien muy grave, también disímil.
Como un 75% de la superficie nacional cosechable se encuentra en las provincias de Buenos Aires y La Pampa y la recolección en ambas ha sido ínfima, la producción dependerá de los promedios obtenidos en el Sudeste y el Sudoeste bonaerense. Suponiendo un rendimiento promedio de 15 qq/ha, para el 75% aún sin cosechar, el rinde nacional rondaría los 14 qq/ha y la producción sería levemente superior a 2,85 millones de toneladas (37% menos que la campaña pasada).
Considerando el impacto regional del cultivo (como por ejemplo, en el NEA, La Pampa o San Luis) teniendo en cuenta la estrepitosa caída de los valores FOB (casi 60%) y el bajo impacto fiscal que tendría una baja de Retenciones, es notable que el Gobierno Nacional mantenga los actuales Impuestos al Comercio Exterior (32% para la semilla). Adicionalmente, preocupa que en la reunión de la Mesa de Enlace y las autoridades se haya omitido un trato preferencial al cultivo de girasol. Cuando se lo menciona, en declaraciones públicas, va en el mismo conjunto que la soja, lo cual revela que no se tiene en cuenta la relevancia de nuestro producto, a nivel de economías regionales, ni el perjuicio diferencial sufrido a raíz de la seca.
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