Una de las grandes preocupaciones de los girasoleros argentinos es la creciente cantidad de palomas y cotorras que atacan los cultivos. Desde hace 2 años, el número ha ido en aumento y aún no se ha llegado a políticas que puedan hacer frente a la situación. Uruguay y Estados Unidos, con problemáticas similares, utilizan un producto que en nuestro país no está aprobado. Los máximos exponentes nacionales e internacionales en el tema analizaron la situación y afirmaron que se necesitan acciones en el corto plazo. Ahora, la clave es coordinar distintas estrategias en un plan específico.
En el Bloque 7 del 5to Congreso, Sonia Cannavelli, del INTA, y Scott Werner, del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) fueron los encargados de la ponencia “El avance de las aves como plaga: qué hacer”. Fue la especialista argentina la encargada de echar luz sobre la situación nacional. Afirmó que el problema de las palomas, si bien abundante, se mantuvo estable hasta el 2007, pero desde entonces viene mostrando un crecimiento exponencial.
Cannavelli contó qué es lo que se ha venido probando para hacerles frente y habló de los biorrepelentes: “probamos en cautiverio, con 4 % v/v y hubo resultados; a campo, con 17 % v/v, los resultados no fueron buenos”. Para la mujer del INTA “el gran desafío es hacer que los productos funcionen a campo”.
Otra alternativa que mencionó fue el manejo del hábitat reproductivo por extracción selectiva de arbustos en el monte. “Hicimos un ensayo en La Pampa y los resultados indicaron que el tratamiento fue efectivo para disminuir el repoblamiento de palomas”, afirmó. Y agregó que se está tratando de replicar la experiencia a nivel regional para poder tener datos más certeros.
Cannavelli dio una serie de recomendaciones a tener en cuenta para la próxima campaña. Entre ellas, la más importante es “planificar el manejo de aves dentro del manejo del cultivo y no esperar a tener las aves para ver cómo se reacciona. El manejo debe ser preventivo y es fundamental tener en cuenta el ambiente de producción”.
Seguidamente, la experta mencionó que es necesario identificar las especies que causan daño y ver cómo es ese daño. “A partir de eso, hay que desarrollar un plan especifico para cada situación con el objetivo de disminuir el impacto”, explicó.
Cannavelli advirtió que “en algunos casos, la única opción es la sustitución del cultivo. Si el lote está al lado de montes nativos es poco probable que podamos contener el problema”. Pero concluyó que, si este no es el caso es clave coordinar ´las siguientes estrategias en un plan específico: planificación del manejo, monitoreo preventivo, acciones colectivas con otros productores del área (trabajar en red), ajuste del ciclo y momento de siembra con la información del monitoreo y la historia, combinación de técnicas y manejo de cosecha y post-cosecha.
Por su parte, Scott Werner, del área de Vida Silvestre del USDA, consideró que es importante focalizar el problema sobre el daño y no sobre la paloma. El especialista remarcó que, en su país, “en el año 2009, se han producido más de 780 mil hectáreas, especialmente en el área central de EE.UU. y se alcanzaron 1350.000 toneladas métricas de girasol. De ese total, el 50% es oleaginosa y el resto, confitero. El daño de las palomas dio una pérdida 5,4 millones anuales, lo que equivale al 2%. Tenemos bandadas de torlos o mirlos y el daño que causan es en la etapa de maduración de la cosecha”.
Werner habló de los mecanismos que implementan para hacerle frente al flagelo y resaltó que utilizan 3, principalmente. El primero consiste en desarrollar lotes de conservación de vida silvestre, que funcionan como señuelo entre los puntos posadores de aves durante el día y los lotes comerciales. “Estas parcelas están ubicadas a 1,5 km y ahora estamos trabajando girasol con bioingeniería en ellas”, apuntó.
El segundo método implica el control de pajonales o espadaña, por lo que utilizan herbicidas por vía aérea. “Esto nos brinda un lugar para que las aves se depositen o pernocten”, remarcó.
El tercer método, en cambio, incluye repelentes químicos. “En los últimos 8 años hemos evaluado más de 30 compuestos y nos hemos enfocado en fungicidas e insecticidas registrados, entre los cuales muchos principios activos se usan en Argentina”, subrayó el hombre del USDA.
Políticas gubernamentales
Bajo el título “Políticas gubernamentales”, Ethel Rodríguez, del ministerio de Agricultura de Uruguay, acercó la experiencia del país vecino y comentó que la estrategia que guía su trabajo es “estar dispuestos a tolerar un cierto nivel de daño, pensando en preservar el equilibrio ambiental”.
Rodríguez señaló que, además de estar trabajando en investigaciones sobre repelentes en girasol, tienen un permiso especial para el uso de un producto que mata cotorras. “En el manejo de palomas, tenemos estrategias y niveles diferentes por zonas. Ahí la medida es proteger la chacra y no eliminar las aves. La estrategia es proteger la unidad de inversión de cada productor y hacia allí dirigimos las medidas. En este caso, usamos repelente. Tenemos registrada la atraquinona”, contó
La especialista uruguaya sostuvo que es importante la promulgación de leyes y decretos, y que los recursos con los que se trabaja actualmente son aportados tanto desde el sector público como del sector privado.
A su turno, Carlos Debona, Director de Sanidad Vegetal de Santa Fe, afirmó que “se nos complica en las provincias realizar alguna actividad sostenible en el tiempo y que tenga algún viso de solución del problema. En la actualidad, no contamos con herramientas para darle soluciones. En Santa Fe el problema de las palomas nos ha explotado. Los productores consideran que las soluciones deben venir del Estado, pero en el caso de las aves, hoy no existe en la Argentina ningún producto registrado que nos permita encauzar el tema”.
Sobre las disposiciones a nivel nacional habló Pablo Urdapilleta, consultor privado y Director de Producciones Agropecuarias de las Economías Regionales del Ministerio de Agricultura. Señaló que en marzo hubo un encuentro con las provincias para solicitar propuestas y con el objetivo de comenzar a trabajar en forma conjunta en un programa abarcativo.
Urdapilleta adelantó que el 18 de junio se realizará una nueva reunión para delinear acciones y que “algunas medidas van a estar orientadas a biorrepelentes, técnicas de manejo de montes, monitoreo, destrucción mecánica de nidos”. Concluyó que “está previsto que las provincias lleven sus propios programas y el gobierno nacional evalúe su financiamiento”.
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