En la sesión dedicada al Orobanche –parásito que no se encuentra en Argentina, pero que afecta al girasol en varios países europeos– los disertantes expusieron sus últimos análisis y desarrollos para controlarlo.
La última sesión de la 18va. Conferencia Internacional de Girasol, estuvo dedicada al Orobanche –popularmente conocido como jopo– un tipo de parásito que no se encuentra en Argentina, pero que ataca a los cultivos en varios países europeos, causando grandes pérdidas.
La primera disertante fue María Begoña Pérez Vich, Doctora en Ciencias Biológicas del Instituto de Agricultura Sostenible (CSIC) de Córdoba, España. La especialista explicó que las semillas del orobanche infectan las raíces del girasol, extrayéndoles nutrientes. “Cada planta de girasol puede ser infectada por muchos parásitos, y las pérdidas del rinde son habitualmente del 50%, aunque ocasionalmente llegan al 100%”, señaló.
Pérez Vich relató que las primeras infecciones del parásito fueron detectadas en Rusia en el siglo XIX, y que desde entonces, las razas evolucionaron, tornando la situación cada vez más compleja. “La situación actual en las áreas mas infectadas no resulta clara, porque las distintas razas tienen distintos grados de virulencia en cada país. Es necesaria la cooperación internacional para dilucidar la relación racial de un país a otro”, explicó.
En el cultivo de girasol, sostuvo la especialista, el objetivo es mejorar la resistencia, y para ello es necesaria una buena metodología. “La identificación de la fuente de resistencia se investigó tanto en plantas cultivadas como en silvestres. En las primeras se comprobó poca resistencia, pero en especies silvestres perennes se encontró más. Debemos extraer de esas especies silvestres estos genes resistentes”, manifestó Pérez Vich, y añadió: “Hay ensayos en la materia en Estados Unidos, España y Rumania”.
“Es importante caracterizar la resistencia a nivel molecular”, insistió la especialista. “Hay que conocer qué genes la generan; por ejemplo el Or5, que tiene un rol esencial en el primer estadio de relación con patógenos. Puede ser esencial para aumentar la resistencia”, abundó.
Además, Pérez Vich señaló la necesidad de realizar “análisis comparativos de razas de distintos países, con cooperación internacional”, y la posibilidad de “utilizar como modelo la resistencia a plamospora”.
Sin embargo, la especialista indicó que han aparecido nuevas razas virulentas del parásito que evaden los genes de resistencia descubiertos a partir de los estudios en la materia, por lo que “se debe buscar un mejoramiento adecuado a ciclos más largos, con resistencia horizontal; así se podrán desarrollar más fuentes de resistencia a estas nuevas razas”.
A continuación, la bióloga serbia Ivana Imerovski desarrolló brevemente el análisis SSR de una nueva fuente de resistencia al orobanche. Según explicó, en estudios recientes “hemos descubierto un nuevo gen de resistencia, aunque necesitamos hacer más estudios de mapeo”.
Por último, Miguel Cantamutto, de la UNS, expuso los resultados de su investigación sobre factores abióticos del medio ambiente asociados con la ausencia del parásito. “Se trata de un trabajo en colaboración, compuesto por un equipo de Serbia y Argentina, en el que buscamos comprender por qué el parásito se distribuye en la forma en que lo hace, en grandes cantidades en algunas áreas, mientras que en otras no existe, como nuestro país”, explicó.
“Para esto comparamos dos regiones, una en Argentina y otra en Serbia, con y sin orobanche. Analizamos la composición del suelo, el clima y la fertilidad”, contó. Sin embargo, los resultados no fueron concluyentes. “La información con la que contamos no permite asociar los datos macro y micro con la presencia o no de orobanche. Por eso, hay que incluir más hábitats afectados por el parásito de todo el mundo”, sostuvo, para luego agregar: “Colegas de Alemania y de otras partes del mundo están construyendo este tipo de base de datos”.
Biotecnología
En las presentaciones de la tarde sobre biotecnología, Paula Fernández (CYCVyA – INTA Castelar) habló del “desarrollo y validación de un microarreglo de girasol de alta densidad para estudios funcionales de estreses bióticos y abióticos”, y expuso el desarrollo de una base para generar un chip que condensara la información sobre el Helianthus Annus.
A continuación, Nicolás Langlade, investigador de Toulouse, Francia, ofreció los resultados de un sistema para analizar los cambios moleculares que subyacen a la respuestas que el girasol muestra en condiciones de sequía, cuando la planta muestra procesos fisiológicos como el cierre de los estomas, marchitamiento o crecimiento de las hojas. “Hicimos un experimento en invernáculos con ocho híbridos y medimos los parámetros fenotípicos, como el estrés integrado, el área foliar, la altura de la planta o la senescencia, por ejemplo. La dificultad con la que nos encontramos es que el estrés no es comparable en todos los genotipos, es decir que no todos responden igual”, agregó, al tiempo que indicó que el estudio revela una red central constitutiva y variabilidad genética.
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