En la última campaña se produjeron a nivel mundial 38 millones de toneladas de semillas de girasol, y de dicha cifra, el 90 por ciento se destinó a la producción de 15 millones de toneladas de aceite, que lo ubican en el cuarto lugar, detrás del de soja, palma y colza.

Los datos surgieron de la tercera jornada de la 18va Conferencia Internacional de Girasol, un evento que se caracteriza por ser de corte científico-técnico, y permite anticiparse al futuro de la oleaginosa, y los caminos hacia su desarrollo. 

Guillermo Pozzi, consultor independiente y moderador del panel, opinó que “el mercado de los próximos diez años va a tener una oferta amplia de aceite comestible de alta calidad, que pasará por el aceite Alto Oleico que actualmente se utiliza en forma masiva, la combinación de Alto Oleico con Alto Esteárico –que comenzará a comercializar Advanta en 2013 con la marca Nutrisan- y por una nueva plataforma de aceite fluido para ensaladas. En este último caso, es válido mencionar que bajo la marca Omega 9, Dow ofrecerá Alto Oleico sin grasas saturadas, que son las que generan el colesterol”.

Asimismo, observó otras tecnologías destacadas en el panel compuesto por el investigador español Leonardo Velasco (Instituto de Agricultura Sostenible), el marplatense Andrés Zambelli (Advanta), Yakov Demurin (VNIIMK, Rusia), y el estadounidense J.T. Verdes (Dow). Los tocoferoles y los fitoesteroles son dos compuestos presentes en el girasol en bajas densidades. Mediante mutaciones no transgénicas se incrementa su desarrollo y se los incorpora a los híbridos que luego utilizan los productores.

“Los tocoferoles son compuestos químicos que en determinadas formulaciones proveen una importante actividad de la vitamina E, esencial para el desarrollo humano, y que en otras formulaciones incrementan la capacidad oxidativa del aceite, de modo que permiten que en altas temperaturas como las de las frituras sean más estables y el aceite dure más”, explicó Pozzi.

En cuanto a los fitoesteroles, comentó que se trata de un tipo de moléculas que “compiten” con el colesterol durante el proceso de absorción de nutrientes del organismo, y que genera en consecuencia una reducción del colesterol en sangre. “Además, algunos fitoesteroles son altos antioxidantes a altas temperaturas, así que también incrementan la estabilidad y durabilidad del aceite que se utiliza para frituras”, añadió el consultor.

Desde su punto de vista, el panel expuso que el aceite de girasol va a cumplir un papel importante en la función alimenticia. “Si bien se mencionó la aplicación de biocombustibles, creo que a futuro esa demanda va a estar signada por la reutilización de aceites de soja o de canola. En cambio, el girasol, sin desplazar a los otros cultivos, va a ir tomando un papel preponderante en el abastecimiento de la demanda de aceite de alta calidad para consumo directo”, afirmó. 

En esa línea, consideró que el crecimiento de la utilización de la genómica permitirá sostener y desarrollar el mejoramiento en la calidad de los aceites. “El uso de marcadores moleculares es hoy una práctica rutinaria que permite acelerar tiempos y lograr objetivos que antes eran impensables. En esta línea, creo que la posibilidad que hoy existe de personalizar el tipo de aceite para los distintos requerimientos de la industria alimenticia augura un amplio desarrollo para el girasol. Además, que todas estas tecnologías no impliquen hidrogenación, y por ende permitan reemplazar a las grasas trans -aquellas que generan enfermedades cardiovasculares y cuya sustitución es propiciada por organismos como la FDA-, permite imaginar un futuro de crecimiento para el cultivo”, concluyó.