Para mantener elevados rindes de girasol y competir con la soja en el sudoeste bonaerense, el nivel de agua acumulada en el perfil del suelo es determinante.
Para mantener elevados rindes de girasol y competir con la soja en el sudoeste bonaerense, el nivel de agua acumulada en el perfil del suelo es determinante. A las fechas tradicionales de siembra ahora se suma la opción de las siembras tardías y de girasol de segunda.
Una buena defensa puede ser el mejor ataque. Con esa óptica encara Fernando Ross el manejo de los cultivos de girasol en el sudoeste bonaerense, precisamente una de las principales regiones de producción de la oleaginosa. El técnico de la Experimental Barrow del INTA señala que el primer factor a considerar es el nivel de agua del lote al momento de sembrar el cultivo. De allí surgirá la decisión del tipo de manejo con el que se encarará.
“Lo más frecuente es que en los lotes ubicados en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires -al oeste de Tres Arroyos-, el cultivo se desarrolle sobre suelos someros y con bajos niveles de agua en el perfil –explica Ross-. En cambio, al este de Tres Arroyos se cuenta con suelos profundos y con muy buen contenido de agua”.
El especialista recuerda que el girasol tiene una respuesta de alrededor de 10 kilos de grano producidos por cada milímetro de agua acumulada en el suelo al momento de la siembra. “Ese es un valor teórico –indica-, pero que se debería considerar en la práctica ya que si se tienen 200 milímetros acumulados se estarían asegurando unos 2.000 kilos de rendimiento. Por esto, la recomendación es sembrar temprano, ya que el girasol es muy buen antecesor de la siembra de granos finos, y de esa forma estaremos dando espacio para la recarga hídrica antes de esa próxima siembra”. Ross enfatiza que en ese aspecto el girasol ofrece una fuerte ventaja: los lotes con soja “le suelen pasar la factura al cultivo de fina siguiente debido a que ese cultivo sigue extrayendo agua durante el otoño y no da lugar a la reposición hídrica del suelo”.
En los casos en que el suelo tiene menos de 200 milímetros de agua acumulados a la siembra -valor que para Ross puede servir de referencia para la toma de decisiones-, “es cuando debemos optar por un manejo defensivo atrasando la siembra hasta fines de noviembre. Así, la floración del girasol se produce sobre fines de enero o principios de febrero, en coincidencia con la mayor probabilidad de lluvias en esta región”.
El técnico de Barrow asegura que partiendo de rendimientos de 1.300 o 1.400 kilos por hectárea obtenidos en siembras tempranas con humedad insuficiente, al atrasar la siembra se pueden lograr unos 400 o 500 kilos más. Además, esto permite llegar a rendimientos muy similares a los obtenidos en los lotes de soja de esa región, que es el cultivo con el que se suele contrastar al girasol.
A su vez, Ross explica que “es imprescindible acompañar las siembras tardías con un ajuste de la densidad de siembra -tratando de no excederse de las 25 a 35 mil plantas por hectárea- y de la utilización de híbridos de ciclos más largos”.
Girasol de segunda
“Muchos productores ya están aplicando las siembras de girasol de segunda, que muestra mayores ventajas a medida que nos vamos hacia las zonas con mayores limitaciones del sudoeste de la provincia”, indica el especialista.
Según el técnico se trata de una variante muy interesante. “Porque si tenemos humedad a principios de enero, podemos sembrar entre el 5 y el 10 de ese mes utilizando densidades de 25 a 35 mil plantas con cultivares de ciclo largo o intermedio, del orden de los 70 a 75 días a floración, y tenemos igual chance de obtener el mismo rendimiento, por ejemplo de 1.800 kilos, que con las siembras de fines de noviembre”.
El girasol soporta heladas suaves y esa es otra fortaleza del cultivo para las siembras de segunda frente a la soja. “En esta región es frecuente la ocurrencia de heladas entre principios y mediados de abril. A una soja sembrada en forma tardía el fenómeno le puede restar unos 500 a 700 kilos de rendimiento, mientras que un girasol de 1.800 kilos podrá caer a 1.700 o 1.650 kilos”, ejemplifica.
Ross señala que en lotes que vienen de cebada y que fueron cosechados alrededor del 10 de diciembre, la siembra de girasol de segunda realizada en los primeros días de enero ofrece mejores resultados que las que se hacen entre el 15 y el 20 de diciembre. En esos ensayos los rendimientos obtenidos en maíz y soja siempre fueron mayores cuanto más temprana fue la siembra, mientras que en girasol los mejores resultados aparecieron con las siembras más tardías debido a que este cultivo se adecua mejor al otoño.
Alto potencial
Hacia el este de Tres Arroyos, la región con menos limitantes, caracterizada por suelos profundos, la pérdida de superficie del girasol no fue tan abrupta. Ross señala que “en esa zona es posible la siembra temprana que deriva en cosechas que ofrecen ingresos a fines de febrero o principios de marzo. Además, los rendimientos están favorecidos por una muy buena condición de luminosidad y muchos lotes con aporte de napa. Esto permitió que en la campaña pasada un productor obtuviese un promedio superior a los 4.000 kilos por hectárea mientras que el promedio de esa zona ronda los 2.800 kilos”.
“En general, los productores de esa zona que manejan las rotaciones de sus lotes, que mantienen la cobertura del suelo, realizan buen control de plagas y malezas, aplican fertilizantes y siembran sobre fines de octubre, logran muy buenos rendimientos. Es común en estas condiciones superar los 3.500 kilos por hectárea de girasol –indica Ross-. Y en esas condiciones, el cultivo compite mano a mano con la soja e incluso le saca ventaja”.
Este artículo es parte del Especial Girasol publicado por LaNación.com con material elaborado por ASAGIR. Para ver esta nota: http://especiales.lanacion.com.ar/destacados/14/girasol/nota2.asp