Por invitación de Ken Cassman, de Lincoln, Nebraska, organizador del Yield Gaps, Water and Nitrogen Productivity Symposium, el investigador argentino Antonio Hall viajará en mayo próximo para presentar el trabajo que desde ASAGIR se viene realizando en torno a las brechas de rendimiento.
Esta nueva invitación se suma a la reciente exposición de la experiencia de ASAGIR en Montpellier, Francia, con motivo del XI Congreso de la European Society of Agronomy realizado en 2010 y resulta una señal de la importancia que el mundo atribuye a la optimización de uso de los recursos y de la productividad de los cultivos destinados a alimentación.
El mundo mira las brechas
En el Congreso realizado en Montpellier, la sesión “Yield gap analysis: Implications for research and policy on food security and land use change” ocupó un día entero de los tres días de la reunión. Integraron la sesión 15 presentaciones orales y 17 posters. Además, otras presentaciones efectuadas en distintas sesiones del congreso hicieron referencia explícita al tema de brechas de rendimiento.
La problemática dominante en la sesión fue la de cómo asegurar la alimentación mundial evitando la degradación de los ecosistemas frágiles potencialmente utilizables para agricultura de cara a un contexto de creciente demanda de granos motorizado por el incremento de la población humana, las mayores exigencias dietarias, el uso de granos para biocombustibles, la reducción o estancamiento en las tasas relativas de ganancia genética para rendimiento potencial de los principales cultivos, y la inutilización de suelos agrícolas asociada a la rápida urbanización de la población rural en China e India.
Al presentar la sesión, el Dr. Cassman calificó esta problemática como el “mayor desafío científico en la historia de la humanidad” y argumentó que el mundo está pasando de una etapa de suficiencia de alimentos a otra de insuficiencia (parecida a los años ´40-65 del siglo pasado).
Los sistemas de producción variaron ampliamente, entre maíz bajo riego en Nebraska hasta la palma aceitera en Indonesia, pasando por sistemas intensivos del N de Europa y sistemas de subsistencia en África sub-sahariana. Más allá de las importantes incertidumbres metodológicas en las técnicas para la estimación de la brecha y su distribución espacial a niveles regional y local, los presentadores fueron unánimes en que la reducción de las brechas ofrece una opción más alentadora que el aumento del potencial de rendimiento cómo vía de para asegurar la alimentación mundial en el futuro inmediato de una forma compatible con la preservación de los ecosistemas frágiles del mundo.
Con pocas excepciones (por ejemplo., maíz bajo riego en Nebraska), las brechas de rendimiento logrado/alcanzable informadas para los diferentes cultivos en distintas partes del mundo excedían el 40-50% del rendimiento potencial. Aún asumiendo que es económicamente complejo reducir la brecha a menos de 20-25%, esto deja un margen de maniobra importante.
Las aproximaciones utilizadas para estimar rendimiento potencial incluyeron el uso de valores obtenidos en estaciones experimentales, de modelos de simulación robustos, y el valor rendimiento obtenido por los mejores agricultores (promedio del 5-10% superior de la muestra en cada año). Ninguno de los casos presentados utiliza una muestra geográficamente distribuida de ensayos comparativos de rendimiento conducidos en cada región de interés al estilo del Proyecto Brechas I de ASAGIR.
A primera vista, nuestra aproximación parece ofrecer ventajas respecto a las otras alternativas, aunque hay que admitir que un análisis usando un modelo podría ofrecer ventajas complementarias importantes a la hora de entender el origen de variaciones inter-anuales e inter-regionales de rendimiento y sus asociaciones con manejo, clima y suelo.
Hubo pocas, pero interesantes, presentaciones acerca de cómo manejar la dimensión espacial. Estas focalizaban una escala global o continental, lo que contrasta con nuestro foco regional (Brechas I) y regional/sub-potrero (Brechas II), pero igualmente podrían servir para extraer lecciones. Una (van Wart et al.) fue una propuesta de distribución espacial basada en círculos de 100 km de diámetro alrededor de estaciones meteorológicas, la otra, un sistema de generación de “bins” clima/suelo (unidades supuestamente uniformes) formando una red de cobertura mundial.
Entre las conclusiones del simposio surge que el tema es importante y comienza a haber trabajos en esta dirección. También queda de manifiesto que todavía no han cristalizado protocolos ampliamente aceptados para definir rendimiento alcanzable ni para manejar la variabilidad espacial de la brecha logrado/alcanzable.
Por último, mantener una conexión con los interesados en este tema puede resultar provechoso para Brechas II de ASAGIR.
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